Hey, Ho, Let’s Go! Redux* (Yo le di la mano a Marky Ramone)

21 05 2010


Considerando que una vez almorcé con Samaranch, que otra estuve en el despacho de Florentino Pérez («comería con vosotros, chicos, pero me ha llamado Patricia Botín…», dijo) y que no me he cruzado nunca con los Beatles (aunque esperé paciente a Paul McCartney un buen rato a la puerta de las oficinas de la MPL en Londres), digo yo que haberle estrechado la mano la otra noche a Marky Ramone bien puede haber sido uno de los momentos cumbre de mi existencia. Lo pongo ahí al lado de la velada en la que Ronnie Wood se tomó tres o cuatro vodkas de trago con nosotros en una mesa de El Churrasco, el día que crucé una mano fugaz con Mike Tyson en el Hotel Aladdin de Las Vegas (donde, por cierto, se casó Elvis con Priscilla) o esa otra en que Perico Fernández me explicó con creciente ansiedad en qué punto exacto del mentón hay que pegar el puñetazo para derribar a un hombre o a un caballo; y, por supuesto, las tardes en que les di dos besos a Pilar López de Ayala y Christina Rosenvinge. Tardes distintas y besos muy de al pasar y de compromiso, eh, hay que decirlo porque son damas… Ellas me olvidaron antes incluso del segundo mua y yo nunca ya he superado el rubor. Pero salió Marky, decía, no precisamente una belleza aérea la suya, cruzando la sudorosa Sala Devizio; y yo, que soy un cazarecompensas de primer orden para ocasiones así, animado por los botellines, salté a su lado, rebasé la cerrada vigilancia de los dos muchachos que lo flanqueaban y colé una mano a la altura de su derecha: la que le arrea unos baquetazos severos a la campana del crash y picotea veloz como un colibrí el charles en el enloquecido un-y-dos-y-tres-y-cua sobre el que se levantan los temas de los Ramones. Marky tomó la mía y ahí le solté esa frase que tengo siempre preparada para casos así. «Great gig, mate!». Él me miró un momento, asintió (ahora veremos por qué) y salió de vuelta a la oscuridad…

La frase «Great gig, mate!», pese a su apariencia intrascendente, no tiene absolutamente nada de casual. Ojo que lo explico. Hay que tener mucha puntería y tino para decir lo adecuado, lo exacto y lo concreto en momentos de máxima tensión como éstos. Mi fórmula está muy pensada, aporta todo lo necesario para quedar bien y la componen tres monosílabos, lo que asegura que no pase del segundo de pronunciación y que, por lo tanto, el receptor capte el mensaje en el espacio-tiempo infinitesimal en el que va a atender a lo que le digamos. Ahora pasamos a descomponerla, lo que se llama el análisis sintáctico.

1) Great: significa, literalmente, gran, en su primera acepción, que es la que nos interesa. Lleva implícitas otras posibilidades semánticas como fantástico, estupendo, magnífico, enorme, imponente, mítico, acojonante, que te cagas, la hostia, el copón con ruedas.  Y, en argentino, el célebre bárbaro. Nótese la conveniente economía de la lengua inglesa. Si hay que decirle a Marky «¡fantástico concierto, macho!» o, si estás en Buenos Aires, «che, qué recital groso, boludo», para cuando terminas la frase la limo del sr. Ramone anda ya por Juan Pablo Bonet o la 9 de Julio. Sólo el aragonés puede competir con el inglés en este campo de la velocidad y la concisión, por medio de esta implacable estructura lingüística: «¡De cojón, co!». Pero ahí Marky no llega. De modo que great aporta el necesario reconocimiento y agradecimiento que se le deben a  los grandes hombres que ha dado la humanidad como, por ejemplo, el baterista de los Ramones. En inglés se pronuncia greit, como grate, palabra que se usa asociada al queso y la pasta pero no significa gratinar, como podría parecer, sino rallar. Así, «great cheese» sería: «Jodo, qué queso, tú»; mientras que «grate cheese», que se dice igual, significaría: «Anda a rallar quesico». Es distinto, como cualquiera aprecia. Los idiomas tienen el problema de los falsos amigos, que anda que no hay… Falsos amigos y amigos falsos, digo. Conclusión de repaso: great se pronuncia greit, como grate, pero sin ser igual. Porque, si no, la gente ahora diría «Esa película me gratinó que te pasas». Pero como la gente sabe mucho inglés y no cae en las clásicas trampas británicas, pues dicen «esa película me ralló que te pasas». ¿Estamos? Great, entonces. Vale.

2) Gig: una actuación musical en sí misma se llama gig. Como Ryan Giggs, el jugador del Man United, pero sin los rulos ni la gs final (qué gran coche aquel Citröen GS, ¿se acuerdan ustedes?). De cómo concierto, recital o actuación musical pueden caber en una palabra tan estrecha como gig no sé qué pensar, salvo que el inglés tiene estas cosas y otras. En español se usa mucho algo parecido: bolo. Pero bolo creo yo que es a un concierto lo que una pachanga viene a ser al fútbol. Una cosa poco seria, amateur o para pasar el rato. El gig es un gig. Los bolos son bowling. Si usted le dice a un músico «¡vaya bolo!», es que usted se va del bolo («You go of the gig»). Ellos sí lo usan como argot, para no darse más importancia, pero oída a terceras personas suena peyorativo. Gig es la palabra, que además denota conocimiento del medio e impresiona a Marky Ramone. Le muestra respeto, admiración y saber estar. Hala.

3) Mate: pronunciado meit y, en el este de Londres, casi maeit. Lo que se dice, sobre todo en inglés de Inglaterra, tío, colega, macho, tronco, chavalote, amigo, cuate, compadre y así indefinidamente. Indica proximidad, camaradería, una cierta hermandad, lo que en este caso se corresponde muy bien con el famoso y aludido arriba Gabba gabba hey. También podríamos usar pal, que es sinónimo. Pero también es pal el sistema de color de las televisiones: una emisión en en pal color (contracción de para el color). Sí, podríamos decir «Great gig, pal!», pero no sé… no me parece. Pal me gusta, pero no tanto como mate, que denota sobre todo que uno viene a ser un poco londinense así como de adopción, y que ha hecho mundo más allá de la línea del Cinca. Al yo decirle mate a Ramone, ya de inmediato Ramone supo y pensó: «Tate, este royo sabe lo que dice, ha pasado en Londres al menos una temporada, diría yo que algo menos de un año y por la pronunciación se ve que trabajó de camarero en un hotel ahí en el 4 de Queen’s Gate, Royal Borough of Kensington and Chelsea, sí… el John Howard, ese que dirigían unos hermanos del Indostán que con uno se llevaba bien porque le hacía el mejor café que el otro había probado, mirá vos, pero con el otro no te creas que tanto. Y luego pidió trabajo en un cocktail bar del que era dueño Michael Caine, o eso decían, pero después de probarse la americana blanca y la pajarita negra que había de ponerse para agitar los Sanfranciscos resolvió con mucho acierto no presentarse a la mañana siguiente a trabajar. Así que se pasó los últimos meses comiendo pasta y mirando el hermoso suplemento de empleos relacionados con los medios que hacía el Guardian, sin encontrar nada de nada, hasta que se volvió a Z. Y de tanto comer pasta y beber Newcastle Brown Ale y John Smiths, lo vieron llegar ancho como un camión, que por cierto en Gran Bretaña se dice lorry pero en América se dice truck…». Todo esto supo Marky, sin dudas, cuando yo le dije mate. Y por eso mi frase «Great gig, mate!» es perfecta.

Nota: al igual que ocurre en español, el signo de admiración no se pronuncia en inglés. Sobre todo porque los ingleses no matizan mucho con el tono de voz, por lo cual te pueden decir «la concha de tu hermana» sin subir el volumen ni un punto, como si te saludaran en el ascensor, sin inmutarse ni acusar gravedad ni peso ni exageración en la voz. ¿Y por qué usan sólo un signo de admiración y no dos, como nosotros? Pues porque los ingleses son gente pragmática; y si el signo de admiración no se pronuncia, ¿para qué coño vas a poner dos? Si con no pronunciar uno ya se entiende, ¿qué sentido tiene no pronunciar dos? Ninguno. Pues ahí está la explicación, no le déis más vueltas.

Así que le di la mano a Marky y sí, it really was a great gig, realmente fue un recital bárbaro. Mucha camiseta y mucha camiseta negra y mucha camiseta negra de los Ramones, con el legendario sello y sus nombres. Pero ojo que había un tío con camisa, sí, yo lo vi. Camisa de cuadros chiquitos en tonos granates sobre fondo claro, camisa oxford de sport, elegante a la par que informal. Muy llevable, un must, que se dice ahora. Su amigo, al saludarlo, le hizo notar lo singular de su situación: «Eres el único que lleva camisa de toda la sala». El otro no se inmutó. Eso son los Ramones: igualan por la música al tipo de la cadena con candado en el cuello y al de los náuticos. En el concierto de Marky había sitio para todo excepto para las ovaciones o la melancolía, porque el punk rock nunca dejó espacio entre canción y canción, y eso evita cualquier muestra de aceptación o rechazo. Te derraman los trallazos por encima uno tras otro, sin descanso, como la gente les derrama las cervezas a ellos desde abajo del escenario. Por lo demás, no fue un tributo nostálgico a la música de los Ramones, sino la revivificación (¿se puede decir así?) de las canciones de los Ramones, traídas al terreno vocal de Michale Graves y ejecutadas con la misma o más fiereza. Uno empieza por comparar al vigoroso Michale y sus ralas trencitas con la amenazadora impavidez de la melena y las gafitas oscuras de Joey Ramone; pero pronto deja a un lado esa posibilidad y se entrega a estos Blitzkrieg y a su cantante (frontman de los Misfits). Los Blitzkrieg de Marky Ramone sostienen sin necesidad de suplantar a los personajes originales su propia severidad instrumental, la rabiosa energía de los temas y una interpretación muy bien levantada en todos los aspectos. No son una banda de tributo que quiera imitar a los Ramones, sino una banda que toca de manera fantástica y respeto máximo la música de los Ramones, agregándole su propia expresión sin salirse de los límites. La hace propia y ajena. De paso revisaron el Wonderful World de Louis Armstrong en versión trash y tuvieron un detalle que me llegó al alma: justo cuando yo estaba admirando la velocidad de muñecas de Marky Ramone en las cajas (ejercicio que yo había empezado a practicar en clase por la mañana, precisamente), hicieron Have You Ever Seen the Rain de la Creedence… con el tempo multiplicado, claro está, al modo punk. Y esa canción es la primera que yo aprendí a acompañar en la batería, qué cosas. Así que cuando al final Marky fue a tirar las baquetas al público, me adelanté a gritarle que me las entregara a mí, que esa panda de desalmados bailadores de pogo que nos rodeaban no eran bateristas, como él y como yo, hermanos de sangre, de tambor y pedal… Y que yo iba besarlas, acariciar su madera clara, saborear el aroma, para luego pulirlas con un paño, enmarcarlas, colgarlas en la pared, y prenderles a los pies unos cirios de altar pagano; y que prometía no mancillarlas jamás sobre la caja de mi batería. Pero Marky se tapó los ojos para hacer ciega su cristiana generosidad y largó las baquetas al aire, así que las cazó cualquiera. Luego le pedí a una chica que me las enseñara y vi que iban personalizadas con la firma de Marky Ramone, nada menos. Por lo demás, son de la misma marca que las mías, Vic Firth, ya ves tú. Las mías me las dio Tony García, que no ha tocado con los Ramones pero es mi maestro particular de la percusión. Un maestro del instrumento en el más amplio sentido del término. Marky y yo nos dimos la mano. Y hasta tocamos una misma canción. Dos grandes reunidos (!)…


*[Previa del concierto]

Jeffrey Hyman falleció el 15 de abril de 2001 en Nueva York, aquejado de un linfoma; a Douglas Colvin lo encontraron muerto en su casa de Hollywood el 5 de junio de 2002, víctima de una sobredosis de heroína; el 15 de septiembre de 2004, arruinado el cuerpo por un cáncer de próstata, expiró John Cummings… En tres años se había ido casi la alineación entera, no la original pero sí la más recordada. Pocos los reconocerían por su nombre. Fue Colvin quien inventó el juego de apropiarse de un apellido sonoro y hacerlo común: decidió rebautizarse Dee Dee Ramone, broma que usaba el apodo utilizado por Paul McCartney (Paul Ramon) en los días de The Silver Beatles. No faltará a quien le extrañe la convergencia entre el melódico beatle y los precursores del punk rock neoyorquino, pero ocurrió así. Los demás entraron en la rueda. Jeffrey pasó a llamarse Joey Ramone, y John Cummings se convirtió de inmediato en Johnny Ramone. La alineación original incluia también a Tommy Ramone (Thomas Erdelyi), productor y primer baterista de la banda. Después vendrían Marky, Elvis o C. J. Ramone. Joey, que se puso a las cajas después de Tommy, lo dejó pronto porque no podía seguir el ritmo infernal de los temas. Dio un paso adelante, apoyó la planta de un pie sobre el bafle frontal e, inclinado contra el micro, se hizo inolvidable vocalista de la enloquecida maquinaria de rock en que iba a convertirse la familia Ramone. Joey era el que levantaba siempre en los conciertos el cartelón con la leyenda «Gabba Gabba Hey!», perversión de una frase de la película La Parada de los Monstruos adaptada para la canción Pinhead, un lema que venía a proclamar la hermandad interminable de las cazadoras negras de cuero, las zapatillas de lona, las gafas oscuras y la melena larga con flequillo. Yo vi ese cartelón levantarse en el Pabellón Francés en 1991 y guardo como un tesoro la fotografía de Joey con ella en alto.

El último baterista de los Ramones, Marky Ramone (Marc Bell), los hombros cargados sobre los tambores, agarrado a las explosiones de dos minutos, actúa esta noche en la sala Devizio con su banda Blitzkrieg, erigida en memoria permanente de los chicos de Queens. Casi 20 años después -y qué aprensión produce decir esto- volvemos para oír a lo que queda de los Ramones, que en realidad es todo porque el tiempo no ha disminuido ni un ápice de la vigencia ni la energía originales. No queremos que nos entierren en un cementerio de animales. Dale Dee Dee… Hey, ho, let’s go!


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3 responses

21 05 2010
Jeremy North

Yo no podré ir a la Devizio (por cierto, la última vez que estuve allí estaba más perdido que un pulpo en un garaje, igual le sacaba 20 años de media a los presentes…), pero me hubiese gustado muchísimo asistir al concierto.

Ya nos contarás qué tal está la banda de Marky Ramone.

21 05 2010
NIKKI RAMONNE

Creo que con mi nick ya lo digo todo. ADMIRO a los Ramones y no pongo Nikki Ramone porque no tengo la categoría de estos genios. Me produce un subidón de adrenalina cada vez que oigo uno de sus temas. Parafraseando a Woody Allen, también tengo ganas de invadir Polonia cuando escucho Pinhead, Chainsaw, Carbona not glue…

Una pequeña indicación. Se ha olvidado de Richie Ramone el primer «drummer» que sustituyó a Marky durante su etapa alcohólica: http://www.youtube.com/watch?v=2o8os467nF4

Además le dio una orientación hacia un estilo más rápido (¡era esto posible!), más cercano al trash que al punk primitivo.

Como dice en un cartel de su álbum Ramones mania: «Matisse and the Ramones, we have it all!»

Yo no podré ir a ver a Marky… Siempre nos quedará YouTube.

21 05 2010
ornat

Cierto, me salté a Richie… Disculpas y agradecimientos por el apunte. No soy un erudito en Ramones y se nota, pero han sido como una de esas películas favoritas que uno siempre tiene, que le gusta ver en cualquier momento. Prometo contar el concierto de Marky y los suyos lo mejor que pueda.

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