A mí no me gusta el fútbol

20 02 2012

Después de algún tiempo de zozobra (porque el caso encierra consecuencias de orden metafísico-práctico que no puedo eludir) he alcanzado la liberadora conclusión de que a mí no me gusta el fútbol. Si digo liberadora diré liberadora en un sentido espiritual, porque uno solía preguntarse si no habría falta de profesionalidad en ese aburrimiento que lo acechaba al enfrentarse a toda clase de partidos, con toda clase de rivales, en la incapacidad para conocer a un enorme tanto por ciento de futbolistas a los que debería distinguir, en la creciente desmemoria que me provocan los partidos vistos, los autores de los goles, las jugadas… en la negativa a priorizar una tarde de fútbol por delante de cualquier otra actividad o en el cansancio de los encuentros del siglo. Yo me preguntaba contra quién habíamos jugado el domingo anterior, o quién marcó hace dos semanas, y con cierto horror al vacío me daba cuenta de que me costaba bastante recordarlo. Nunca he ejercitado el memorialismo. Recuerdo momentos, pasajes, impresiones, personas y palabras, pero no datos. Olvido de forma muy selectiva e implacable. Cuando olvido, es que no me interesa. Así que, en un caso como el mío, los síntomas no eran fáciles de interpretar: la obligación de pensar y mirar y reflexionar y escribir sobre el fútbol son susceptibles de provocar un horrible agotamiento, porque en el fútbol hay poco que pensar, mirar, reflexionar y no digamos escribir. Así que creo que ha llegado la hora de admitir lo que sospecho hace tiempo.

Sé que habrá un empeño por razonar una afirmación así de tajante. Un decir: sí que te gusta, lo que pasa es que… ha cambiado mucho el fútbol, te haces mayor, el desencanto que procura y transmite el Zaragoza, la sobreexposición, demasiados partidos, demasiada información. Ninguna de esas cosas es incierta, pero las he pasado por el tamiz de un riguroso análisis íntimo y resultan filfa comparada con el motivo real. Después de tanto tiempo, preguntarte si algo te gusta de verdad ya supone un primer salto, una asunción. La sospecha anticipa una respuesta. Lo único que se me ocurre para saber si algo me gusta de verdad, pero de verdad en serio, es compararlo con otras cosas que también son susceptibles de gustarme de verdad y en serio. En mi caso, por ejemplo, la música y el rugby. Todo el tiempo oyendo música, desde que me levanto a veces hasta que, literalmente, me duermo. Por la música y el rugby yo hago cosas, tal y como me han dicho ya alguna vez, que jamás he hecho por el fútbol. Dicen que si uno aparece en un país desconocido, prende el televisor y ve un encuentro de fútbol entre dos equipos de los cuales no sabe ni el nombre, inconscientemente toma partido inmediato por uno de los dos. A mí no me da tiempo, cambio antes de canal. Ahora, si hay rugby me quedo enganchado. Este sábado me tragué alegremente el Bath-Gloucester, un Saracens-Leicester y un Stade Français-Toulon, y me pareció todo extraordinario. Para rato vería yo al Sochaux contra el Olympique de Lyon. Ya ni miro un Liverpool-Manchester United, con lo que yo he sido. Eso sí son síntomas. El otro día en una tertulia de la radio alguien que me conoce de lejos me dijo: «Tú siempre has sido un gran especialista en fútbol inglés».Y yo pensé: eso era en la época de John Barnes. Está hablando de otro hombre. También me dijo que me había querido fichar para su club cuando yo jugaba, lo que me sonó como la edad de piedra. Afirmó que había rechazado la oferta. Qué forma de olvidar la mía, pero tiene sentido. Creo que jugué al fútbol de manera organizada unos cinco años. En el rugby llevo veinte. Algo querrá decir eso. Veinte contra cinco. Alguno más contando los días en que le daba al fútbol sala, una aburrida perversión del juego que nunca he comprendido bien. De entre las cosas que más extrañeza me producen está la gente que mira partidos de fútbol sala por televisión y los que descubren en 2012 que una película muda puede ser maravillosa. A mí las dos cosas, los partidos de fútbol sala y las películas mudas de 2012, me parecen una vaciedad absoluta. El futbito (que es como se llama ese juego, en realidad) sólo está bien para jugarlo… y hasta cierta edad. Y los filmes mudos, para los años 20, oiga usted. Agrego aquí que empiezo a pensar que el cine tampoco me gusta de verdad, pero eso lo tengo todavía en razonamiento y no voy a precipitarme en hacer semejante anuncio. ¿Escribir? Uf, no me pregunten. También asoman dudas, como demuestra Somniloquios, pero si lo afirmo tajantemente me asomo a un vacío del que tal vez no haya regreso.

El fútbol y la vida, de acuerdo a Forges, ese hombre que -como el mismo fútbol- antes me hacía mucha gracia y ahora me produce un terrible agotamiento.

A mí lo que me gusta es ver películas de John Ford, particularmente Centauros del desierto; y que gane el Zaragoza, eso sí. Con Centauros siempre termino llorando y los goles del Zaragoza aún los grito sin pensar. No sé si le oí a alguien esto pero yo desde luego lo veo así: el fútbol no me gusta, a mí lo que me gusta es el Zaragoza. El Zaragoza es una cosa y el fútbol es otra, debe de ser eso. Como Ford con respecto a las películas, en general. Si acaso debo confesar que me gusta ver ganar a España, pero sólo europeos y copas del mundo. Si pierde no acaba de importarme mucho. En ese aspecto me he vuelto muy práctico, utilitarista o interesado. No me avergüenza reconocerlo. Pero estas excepciones no son lo mismo: con ellas rige el mismo razonamiento por el que celebramos las victorias de los nuestros en el tiro al plato de los Juegos Olímpicos. Efluvios sentimentales, con atavismos de pertenencia. Tanto así que detesto los partidos de las fases clasificatorias y no digamos los amistosos. Ganar un Mundial y gritarlo en la terraza de casa y luego en las calles es una de esas cosas que todo hombre debería reclamar como derecho inalienable. Una vez en la vida. Eso y levantarse un mujerón de los que los demás envidian sin disimulo. Poder decir como los anglosajones: «I DID!». Eso lo he hecho; yo he estado allí. Una vez, al menos: experiencias que den sentido a la existencia. Luego ya te puedes tirar a vivir el resto del tiempo. Lo que nos lleva a Cela, quien escribió de forma célebre en un diario que un hombre es libre cuando descubre que ya no ansía el cuerpo de la mujer. De ninguna mujer. A él le pasó: se despertó una mañana y vio que, uno, su cuerpo ya no se levantaba con él; y dos, que no le importaba lo más mínimo porque su cerebro ya no abrigaba apetencias carnales, ni las más mínimas. Ni sublimes ni infectas. Sosegado el impulso sexual, uno es libre.

Yo encuentro cierta tranquilidad correlativa en la liberación del fútbol: no pagar paquetes televisivos para tener toda la Liga y toda la Champions en casa, no ir nunca al bar a demorar durante hora y media una cocacola, con receso mingitorio en el intermedio del match, perderme con deleite los clásicos, no escuchar salvo en ocasiones muy concretas la radiofonía nocturna, no haber visto jamás Aída ni el Punto Pelota ni la gala de los Goya. Esas cosas. Naturalmente, todavía miro algún partido de fútbol, más de un partido; aún puedo mantener una conversación acerca del particular (y hasta hablar en tertulias de la radio sobre el particular, aunque me apetecería hablar sobre cualquier otra cosa), y desde luego no paro de escribir de fútbol por la cuenta que me trae. Pero sí, el fútbol no me gusta. O quizás digamos que (ya) no me gusta, si alguna vez lo hizo. Como actor (unos años dándole) nunca me convenció y lo dejé pronto. Como espectador, oiga… yo ya he visto demasiado. O para mí ha sido demasiado. Me estoy viniendo viejo, que diría Calamaro. Todo esto no sólo no se debía a que yo fuera un mal profesional, sino que he sido y soy un gran profesional, que dedica la mayor parte del tiempo a ocuparse de algo que no le gusta. Un gran profesional, como la Reina. Qué tranquilidad de espíritu me procura esta certeza.

Ya he comprendido aquello que me decía a veces mi abuelo cuando hace muchos años yo le preguntaba si había visto el partido de la noche anterior: «Estoy cansado del fútbol». Qué ardua ha de ser la existencia, pensaba yo con desordenada profundidad, para que a un hombre lo acabe por hartar el fútbol. El cansancio existencial del balón. Qué cosa.


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23 responses

21 02 2012
Ivan Andres

Suscribo tu artículo Mario palabra por palabra. Un abrazo

21 02 2012
Jeremy North

Me pasa exactamente lo mismo que a tí, Mario, sólo que no me gano la vida como tú, escribiendo y hablando sobre fútbol, por lo que debe ser más jodido.

Tampoco entiendo que a la gente de repente le guste el cine mudo…

Gracias por volver con los somniloquios.

21 02 2012
Ruben

Es exáctamente como pienso yo. Palabra por palabra. Da miedo

21 02 2012
Raúl

Debe de haber (yo no me he parado a buscarla) alguna explicación para que tantos hayamos pasado por ese proceso, en el que, al llegar a cierta edad, hemos descubierto que el fútbol y su envoltorio sólo nos genera indiferencia. Y curiosamente, de forma paralela (al menos en mi caso) hemos ido desarrollado una gran pasión por el rugby. No se si la causa estará en los valores que uno y otro deporte transmiten, o en que el rugby es un territorio inexplorado en este país, y por eso se mantiene libre de contaminación.
En cualquier caso, espero que esta pasión que nos acompaña se mantenga intacta con el paso de los años, a pesar de la amenaza del dinero, la lycra ajustada y los fuegos artificiales después de cada haka….
Un saludo, Mario.

21 02 2012
Anónimo

No puedo estar mas de acuerdo contigo, en todo, punto por punto. Antaño conocía las alineaciones de cualquier rival, recordaba todos nuestros goles, aun me emociono con los de D. Gustavo Poyet en Sevilla y Logroño. Ahora con el exceso de fútbol a todas horas, en horarios nauseabundos, con el cada vez mas acentuado bipartidismo egocéntrico consentido por todas las plataformas televisivas, han matado el amor al fútbol que muchos teníamos, añoro esas tardes de transistores, añoro cuando el que te televisaran un partido era una fiesta. Todo eso ha acabado, pero la gallina de oro morirá y por apoptosis el fútbol
Coincido con Raúl y Mario con el rugby, deporte noble y sin contaminar, donde afición y jugador son una comunión de competitividad y de saber disfrutar de un juego, no de un negocio que ha matado odas las ilusiones de los que nos quedamos en los 80 viendo a Barbas, Señor, Rubén Sosa, Amarilla, etc
Grande Mario

21 02 2012
Sergio

Soy el anterior, olvide presentarme.
Anakin en el foro de aupa

21 02 2012
José Miguel

Sea.

21 02 2012
Juan

más de uno nos sentimos identificados con éstas palabras que has escrito, el fútbol no nos acaba de pillar, pero del Zaragoza para lo que sea. Por desgracia ya hemos entrado en una vorágine de indiferencia. Al igual que en el resto de nuestra vida, debemos reinvertarnos. A mí tampoco me gusta el fútbol

21 02 2012
Fran Tejero

Artículo excelente. Para amantes del R.Zaragoza

21 02 2012
woodyalle

Perdone el comentario un tanto talibán por mi parte pero si al referirse a que no le gusta una película muda de 2012, supongo que cita sin nombrar a «The Artist». Si así fuera, empiece a considerar muy seriamente que el cine es algo que tampoco le gusta…

21 02 2012
ornat

Por un lado, ésta es ya la jornada con más visitas y ésta la entrada más leída de la insignificante historia de Somniloquios, para mi gran sorpresa y agradecimiento. El enlace en aupazaragoza ha atraído a muchos desencantados, según advierto. Lógico dado cómo anda todo. Por otro, esto me confirma que no tengo ni idea -después de tantos años- de qué le interesa leer a la gente. Últimamente me parece que sólo escribo boutades demasiado íntimas que otorgan a los demás escasos motivos para atender. Pero casi es mejor así… No saber nada. Escribir a ojo.
Respecto al último comentario, es bienvenido. ¿Talibán? En absoluto. Agradezco la disensión sonora y respetuosa (¡nada menos que un trato de ‘usted’, a estas alturas del partido, aunque le advierta un cierto deje sardónico que no me molesta!). Sobre todo por comparación con los insultos y deseos explícitos de que el señor Relaño me envíe al paro, por incompetente, que cada semana vierten muchos de mis amables lectores en las ediciones digitales del AS. Volviendo al caso: yo entiendo que guste algo que a mí no me gusta. Ocurre con frecuencia preocupante, debo confesar. De hecho, soy tan poco generoso conmigo mismo que siempre tiendo a pensar que el equivocado soy yo, y por eso a veces busco arduas razones en las que fundamentar mi desacuerdo con otras opiniones que, como en este caso, respeto mucho. No digo esto con falsa modestia o cinismo. En absoluto. De verdad que me ocurre: pienso que estoy perdiéndome algún detalle o que algo falla en mi análisis. Igual es inseguridad psicológica o intelectual, qué más da. Éste es uno de esos casos. Es verdad que empiezo a considerar que tal vez el cine no me guste (aunque creo que esa línea no fue nada más que una exageración irónica por mi parte), pero tal cosa no se inferiría desde luego del hecho de que me emocione o no me emocione The Artist. Al margen de lo personal de las percepciones, difícilmente se encuentra tanta esencia cinematográfica en una sola película como para considerarla el canon por el que medir el gusto o disgusto por el cine como concepto global. Si hablásemos de que no me gusta El Padrino, tal vez yo me preocuparía; pero, ¿The Artist? No lo creo. En todo caso, sería demasiado largo para un comentario (y éste ya lo es) detallar la impresión que me dejó la película, así que puedo comprometerme (veremos si puedo cumplirlo) a dedicarle a lo largo de esta semana otra entrada y razonar mi posición. Que no será una verdad absoluta, empecemos por ahí, ni invalidará la postura contraria. Hay que hacerlo antes de que el domingo, como es de suponer, la consagren en los Oscar.

22 02 2012
woodyalle

Sr. Ornat, de muy pequeñito me enseñaron a tratar de usted a las personas mayores y aquellas que despiertan nuestra admiración. Como usted, al igual que yo, correteamos al mismo tiempo por los páramos «acturianos» de los HH. Maristas, adivinará que mi tratamiento no implica una avanzada edad en su persona, más bien una rendida admiración por sus escritos con lo que disculpe si atisbó cualquier esbozo sardónico o de otra naturaleza distinta a la que le indico pues no fue mi intención.
No me ha gustado mi intervención porque detesto esas posturas pseudointelectuales que imponen criterios establecidos para decidir si una película es buena o no por el artículo 33. Ocurre que todavía tengo fresca en mi mente la cascada de emociones varias que me produjo ver la película citada y me encuentro un tanto sensible en cuanto a ciertas afirmaciones.
Disculpe pues mi torpeza y ojalá diserte en breve acerca de esta pequeña joya cinematográfica.

P.D. En el fondo no me creo ni un ápice que no le guste el cine.
P.D. A quien no le guste «El Padrino» que tire la primera piedra…

22 02 2012
ornat

Nah, nada de disculpas. Ni de admiraciones. Y menos con ese pasado común. Aquí estamos para disfrutar agradecidamente, los unos y los otros. Y así ocurre.

22 02 2012
Uncas

A mi me pasa igual Mario,y no soy zaragocista,pero también tengo a mi equipo de toda la vida secuestrado por dos delincuentes condenados.Y me encanta no haber visto ninguno de los partidos del siglo que se produjeron la temporada pasada,y cuando alguien afín a cualquiera de los dos clubes consentidos me pregunta responderle con un «ah,pero jugaban hoy».
Llevo 25 años abonado al Atleti,y ya no me importa perderme los partidos que se juegan a horarios infames,ni ocupo mi abono contra los «trasatlánticos» de la liga(¿para que?),ni casi escucho la radio deportiva,cuando era una tradición que heredé de mi padre y abuelo…
Prefiero pasar la mañana o la tarde con mis camaradas partiendome la cara por la posesión de un oval,o quedando con ellos para ver un buen partido acompañado de unas cervezas…
Y no te creas que no me da pena,pero creo que a mi tampoco me gusta ya el fútbol.¡Ah! es posible que lo de «a mi no me gusta el fútbol.me gusta el Zaragoza lo hayas oido en Madrid;los madridistas en su soberbia,nos lo llevan diciendo muchos años a los colchoneros.
Por cierto,hay que ver lo bien que scribes para ser pilier…;)

22 02 2012
willy

coincido en casi todo,solo me he cabreado en tu opinion del futbol sala,el mal llamado futbito,a mi juicio el deporte mas bonito que existe.

22 02 2012
bet0

Opino como willy.

Mario, Perez-Reverte ya soltó algun exabrupto sobre el Futbol Sala y se tuvo que comer sus palabras, espero que no sea tu caso.
Aunque a decir verdad, las normas actuales lo han desvirtuado por completo.

Por lo demás, muy de acuerdo con tu articulo.

22 02 2012
ornat

A ver. Yo no sé qué dijo ni qué ha hecho Pérez Reverte, aparte de contar guerras y hacerse un nombre y una cuenta corriente enormes escribiendo libros. Yo puedo envidiarle cualquiera de esas dos cosas. Yo ni he estado en la guerra de corresponsal ni he publicado una novela. Ahora… 1) Hace dos años fui invitado a la cena de los 15 años del Zaragoza Celtic, equipo de fútbol sala en el que jugué unos cuantos años con amigos británicos (fundador escocés, de ahí su nombre) y españoles. Ellos siguen, pero ahora en el fútbol 7. Yo lo dejé porque regresé al rugby. Jugaba como defensa y, ay, enseguida como portero. 2) En mayo pasado asistí a la celebración de los 25 años del Maristas 83, equipo de fútbol sala de amigos del colegio, en el que jugué unos cuantos años cuando dejé el fútbol y con el que llegamos a pisar creo que la Primera Nacional de entonces. 3) Hace, no sé… tres o cuatro siglos, antes de mi paso por el fútbol once incluso, jugué el partido de fútbol sala del programa Cultural 82 que Daniel Vindel (hará falta que explique de quién hablo… creo que no) organizaba con TVE por todas las ciudades de España, seleccionado como uno de los dos porteros de entre todos los equipos de fútbol sala de esa categoría (12-13 años o así) en Zaragoza. Para 4) culminar con mi participación en el tradicional y añoradísimo torneo de fútbol-sala que todos los veranos organizaba la sección de fútbol en Helios para captar jugadores y entretener a chicos y grandes durante las vacaciones. Y en el que, informo con indisimulado orgullo, me dieron el trofeo al Jugador Revelación, que me entregó el zaragocista Modesto, en mi primer año. Un chasco, porque estaba invitado Juan Señor y yo quería que me lo diera él.
Dicho lo cual, mantengo lo escrito, porque lo escrito es, otra vez, mi insignificante opinión. Sólo mía. Claro que a cientos de miles de personas, a los millones que lo juegan, les encantará el fútbol sala. Y les parecerá, con toda la razón del mundo, el mejor deporte que existe. Claro que sí, así debe ser. Hasta les gustará verlo por televisión. A mí no, qué le vamos a hacer.

22 02 2012
ornat

Nota: no es que los chicos del Maristas 83 (el nombre proviene del año de creación) no supieran sumar y hayan celebrado los 25 años cuando se cumplían 28… No. Es que yo me incorporé en el 87, y cada año desde 2008 vamos sumándonos a la celebración los que cumplimos 25 años del debut. ¿Cómo se festeja? Cómo iba a ser, con un partido de fútbol sala. Lo que provoca escenas que me llevan a sostener mi otra afirmación: que es un juego para cuando uno aún está joven y bien parecido.

26 02 2012
willy

Mario siempre te he seguido por tu formar de escribir y por decir las cosas que muchos sentimos sobre el Zaragoza ,para mi eres el mejor periodista que hay en zaragoza en lo referente a nuestro equipo.pero creo que simplemente en lo referente al futsal te falto añadir algo asi como que es tu opinion personal o a tu juicio.
yo si me voy de mujeres de vida alegre y me sale la cosa mal ,nunca dire que todas mujeres de vida alegre son malas profesionales o no volvere mas a los sitios de luces rojas.

Dicho esto ,y sin animo de ofender por supuesto. Me gustaria pedirte un articulo sobre tu opinion de Paredes .un saludo y gracias por compartir con nosotros tus conocimientos.
compar

26 02 2012
ornat

Pero claro que es mi opinión… ¿y qué otra cosa podía ser? Todo lo que digo y escribo aquí es mi opinión, mi percepción o mi vivencia. No tiene ninguna otra validez. Es decir, que vale tanto o tan poco como cualquier otra opinión o juicio de cualquier otra persona.
Respecto a Paredes, dado que es una petición directa, digamos que no me alcanza para un artículo completo. Lo puedo decir en pocas frases, si te parece: un jugador que, en el Zaragoza, siempre ha quedado por debajo de la expectativa de evolución o de rendimiento que avaló (en la cabeza de quienes lo trajeron) su llegada al Zaragoza. Creo que fue mejor en el Getafe de lo que ha sido aquí. Como profesional, creo que demostró entereza y responsabilidad durante el periodo en que Gay lo dejó más o menos apartado del equipo. Como futbolista, no me deja nada que recordar y creo que su capitanía viene a resumir el estado actual de desnaturalización y declive del Zaragoza.

26 02 2012
willy

perfecto ,simplemente yo solo puedo añadir que cuando abre la boca sube el pan y que deberia demostrar mas respeto por la aficion que esta bastante jodida.un tio que va de capi y lider y lo primero que hace es denunciar impagos y luego en el campo se deja en evidencia,por respeto deberia callar .saludos.

6 03 2012
De canto y de cantos « Los 4 palos

[…] maña Ciudad Deportiva suele hacer frío en diversos aspectos del término) directamente dice que ya no le gusta el fútbol. Y lo dice alguien que escribe sobre ello como […]

22 03 2012
tarrako

Lo mejor que he leído en mucho tiempo.
Estoy de acuerdo en todo, cambia Zaragoza por Nàstic y has clavado mis pensamientos.
Lo cuelgo en mi blog.
Enhorabuena por este post y por este gran blog.

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